4 dic 2015

Razón para tener cabello largo, número 1:

Nuclear Blast Records - Febrero de 2015

Tranquilos: la música en el disco es mil veces mejor que la portada.

Enki es el más reciente álbum de la agrupación de Metal Extremo israelí Melechesh. Vamos a poner eso en contexto: son una banda proveniente de Medio Oriente, específicamente de la “Tierra Prometida” (Jerusalén, así es), que empezaron su carrera tocando black metal con temas ocultistas y paganos. Eso es tener huevos. Aun así, como era de esperarse, la banda no tardó en verse metida en problemas con las autoridades religiosas de la región, tanto judías como musulmanas (alias “el Estado”), así que tuvieron que moverse a Holanda para seguir haciendo su arte. No me voy a poner aquí a lanzar diatribas contra la religión y sus creencias arcaicas y sus métodos draconianos, pero… pues qué mal pedo, ¿no?

Afortunadamente, aquella resultó ser la decisión correcta para Melechesh, pues gracias al cambio de ubicación y a las nuevas influencias musicales y culturales que éste conllevó, la banda puro forjar el sonido que actualmente los caracteriza. Y suena bien chido. Básicamente, Ashmedi y compañía crearon un sonido death/black con grandes influencias de thrash e incluso algo de heavy metal más tradicional, todo con un toque casi rocanrolero en la ejecución, incorporando enormes cantidades de influencia folklórica de su tierra natal, tanto en la música como en los temas líricos. Sin embargo, a diferencia de otras bandas con sonido de “Medio Oriente”, Melechesh no incorporan nada más una que otra melodía ambiental arabesca en medio de sus composiciones de metal. Al contrario: la enorme mayoría de sus riffs, melodías, y ritmos están basados en la música tradicional del Medio Oriente. Y, repito, suena bien chido.


 
A veces salen cosas chidas de aquí, especialmente cuando los gringos no meten su narizota.

Y sí, ya mencioné la palabra clave, la que regularmente marca la diferencia entre un álbum excelente y uno mediocre (al menos en lo que al Metal se refiere): los RIFFS. Y, a pesar de todas las influencias y las técnicas que antes mencioné, la música de Melechesh se trata principalmente de eso: los RIFFS. Como podemos comprobar en sus últimos cuatro álbumes, (Enki incluido), las canciones ponen un fuerte énfasis en la interpretación guitarrística, con un surtido aparentemente interminable de riffs, melodías, armonías, leads, adornos y demás recursos sonoros.

En Enki, podemos comprobar lo anterior desde los primeros segundos del primer track, “Tempest Temper Enlil Enraged”, donde la primera cosa que escuchamos son las guitarras, una seductora melodía que va surgiendo sutilmente de entre el feedback y la abundante distorsión. Unos cuantos compases más tarde, somos asaltados por uno de los riffs más intensos y apabullantes que la banda ha plasmado en sonido. Luego de una ligera pausa, nos cae encima otro riff, tal vez algo menos intenso, pero infinitamente más irresistible, con un ritmo de ésos que hacen que hasta la abuelita mueva un poco su cabeza. Obviamente, uno no tiene más remedio que sacudir la mata furiosamente al ritmo de éste pasaje. El resto de la canción está más o menos basado sobre éste mismo riff, pero con suficientes variaciones en su ejecución y pasajes diferentes para mantener todo bastante entretenido.

Y la mayoría del álbum continúa con ésa fórmula, de forma magistral. Cada canción nos presenta con un nuevo tema, casi todos ellos geniales, y continúa realizando variaciones sobre el mismo, agregando nuevos pasajes, ritmos y melodías conforme la progresión del tema lo requiera. Cuando tienes riffs tan chidos a tu disposición, puedes hacer todo un disco repitiendo la misma cosa, nomás cambiándole la velocidad y/o el ritmo, y aun así quedaría chingón.

Cuidado: no se metan con los Fremen...

Hablando de ritmos, hay que platicar también, aunque sea un poquito, del trabajo realizado por el bajo y la batería porque, incluso si Ashmedi y Moloch se roban el show con sus guitarras relampagueantes, también hay cosas interesantes ocurriendo por debajo. En la batería, Lord Curse realiza un trabajo estupendo siguiendo e incluso aumentando la intensidad de cada track, con ritmos contundentes y precisos, cambiando de estilo y velocidad con la mayor naturalidad del mundo. Puede pasar un par de minutos aventándose puro blast-beat o doble bombo velocísimo, y de repente te lo cambia por un ritmo folklórico completamente bailable (háganme el favor…), y luego lo combina todo y la vida se vuelve simplemente mejor por un instante. Por su parte, Scorpios hace una labor bastante respetable al bajo. Además de la función básica del instrumento, que es agregarle profundidad y coherencia al resto de la música, Scorpios de repente se avienta sus propias melodías y acompañamientos, que suelen ser perfectamente audibles, aunque siempre sutiles y de buen gusto.

Además de las interpretaciones propias de la banda, Enki cuenta también con la participación especial de algunos músicos invitados. Entre ellos, el renombrado Max Cavalera, fundador de Sepultura y miembro actual de bandas como Soulfly y Cavalera Conspiracy, quien presta sus talentos vocales para el track “Lost Tribes”. Aunque, a decir verdad, el track no sería muy diferente sin la presencia de Max… pero no es culpa de él, que quede claro: Max nos otorga una interpretación vocal feroz y poderosa, como en sus mejores tiempos. Lo que pasa es que la rola está tan buena, que podría incluir los gritos de mi vecina enojada, y me seguiría gustando. Otro vocalista invitado es Sakis Tolis, de Rotting Christ (bandototota), quien hace lo propio en el track “Enki - Divine Nature Awoken”, con su característico grito rasposo e inconfundiblemente griego. De la misma forma, Rob Caggiano, ex-guitarrista de Anthrax (pura celebridad, aquí) interpreta un solo y algunos leads a su estilo en el track “The Palm, the Eye and Lapis Lazuli”.

Otro punto a favor de Melechesh es su capacidad para componer canciones más largas de lo común (unos 6 o 7 minutos en promedio), que sin embargo se sienten bastante más cortas, debido a la intensidad y la variación en las mismas. Creo que es esa actitud casi rocanrolera con la que ejecutan cada composición la que dota al álbum de un dinamismo que no se ve todos los días en la música de hoy en día, y que lo deja a uno queriendo más, y que mantiene al álbum fresco, sin importar cuantas veces lo escuches. Y a mí me consta: es el álbum que más he escuchado durante todo el año. Y es algo que se deja ver desde el primer momento. El primer sencillo del álbum, “Multiple Thruths”, fue lanzado a principios de diciembre del 2014, y desde la primera vez que lo escuché, supe que Enki iba a estar inevitablemente entre los mejores álbumes del 2015.

En total, creo que solo hay dos cosas que puedo reprocharle a éste álbum. La primera es que, con cerca de 68 minutos, el disco dura, en mi opinión, un poquito más de lo que debería. Y la culpa de esto recae en un track en específico, y no, no es “The Outsiders”, con sus casi 13 excelentes minutos. El culpable es el que viene directamente antes: “Doorways to Irkala”, una rolilla casi completamente acústica de ambient folklórico que, aunque bastante competente, dura 8 minutos, dentro de los cuales no sucede nada muy interesante que digamos y que, a mi parecer, rompe con el ritmo general que llevaba el resto del álbum.

La segunda queja, más que con la música, tiene que ver con el “marketing” del álbum. Durante el periodo promocional anterior al lanzamiento de Enki, Ashmedi se la pasó repitiendo una y otra vez que iba a usar una afinación especial en sus instrumentos, para que la música tuviera un mayor impacto a nivel espiritual y no sé qué tanto. Para explicar: la mayoría de los instrumentos se afinan usando una frecuencia de 440 Hz. Pero Ashmedi se quiso sentir especial y afinó su álbum a 432 Hz, para “conectar con las energías vitales de todos los seres vivos”, o alguna babosada así. El resultado es básicamente imperceptible cuando se toman en cuenta todos los elementos sonoros que contienen las composiciones, y la diferencia es algo que solo los snobs y los audiófilos de hueso colorado podrán apreciar.

 
Se recomienda tener un collarín a la mano.

Y ya. Solo era algo que tenía que expresar, o iba a explotar y ¿quién iba a limpiar eso? Iiuugghh… Como sea. A pesar de todo eso, Enki es una verdadera joya del Metal Extremo, demostrándonos nuevamente que a veces lo mejor sale de los lugares más inesperados. Corran a escucharlo a todo volumen en su iglesia, sinagoga o mezquita más cercana.

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