Al igual que en mi última reseña musical, voy a empezar éste texto dando por ciertas cosas que, en realidad, no me constan. Porque seguramente, todos han oído hablar del infame género musical llamado country. Claro que sí. Lo más probable, es que al leer esa palabra, se hayan imaginado a unos tipos, gringos sureños, con un banjo, una armónica y vestidos de cowboys fracasados, cantando melancólicamente sobre lo ridículamente tediosa que es la vida campirana en los States. También, es probable que alguien entre ustedes más bien haya pensado, por alguna razón, en algo así como Shania Twain. u otros de su misma calaña. A esa persona le diré solo una cosa: ¿Qué diablos pasa contigo?
Como sea. A estas alturas, la mayoría de ustedes ya han de estar sospechando que les voy a recomendar un disco de country, y ya se estarán lamentando de lo terriblemente aburrido y atípico de mí que sería eso. Sin embargo, aquellos que se hayan levantado de la cama esta mañana sintiéndose ligeramente más brillantes, se estarán preguntando “¿y por qué nos recomiendas algo que incluso tú mismo consideras aburrido?”. Pues, simple y sencillamente, porque el álbum que les vamos a recomendar no tiene nada en común con el country al que están acostumbrados, salvo el nombre.
Tribulation Recording Co. - Octubre de 2008
¡Duelo de miradas!
¡Duelo de miradas!
Miren nada más, qué bonita portada. Con eso debería ser suficiente para que se imaginen por qué este disco es diferente (no como Josefina Vázquez Mota). Por si no lo sabían, dentro de los círculos del country existe un género llamado outlaw country (country de forajidos) que, básicamente, es lo que pasa cuando aquellos aburridos tipos deciden que ya están hartos de su decadente existencia y de su mediocre sociedad, y deciden empezar a cantar enojadamente en contra de ella, ya sea mediante la sátira, o mediante el ataque directo.
Those Poor Bastards, banda integrada por unos tales Lonesome Wyatt y “The Minister”, son un ejemplo de este tipo de música, pero con un giro extra. Al parecer, estos muchachos son como que medio fans de géneros como el Metal y el Punk, lo cual se deja escuchar en su música. Éste no es un disco para poner en la fiesta con tus cuates. NO contiene música que incite a las amplias masas a bailar. No es, de ninguna manera, un disco que pondrías para hacer arrumacos con tu novio(a).
Más bien, este disco nos recuerda, de una manera casi malintencionada, nuestra propia mortalidad, y nuestros propios defectos como miembros de la raza humana. El mismo título del álbum, nos recuerda de la maldad que está siempre presente dentro de cada uno de nosotros, siempre en espera, siempre observando. De la misma manera, las canciones de este disco parecen estar pendientes del momento en que sucumbamos, cuando nuestra desesperación se lleve lo mejor de nosotros, y solo quede… pues el resto, lo que tal vez realmente somos. Esto es casi un festival de ácidas críticas contra el conformismo, el materialismo, y la Iglesia. Sobre todo, la Iglesia.
Pero no todo es muerte y perdición. También hay un par de temas que hablan sobre el loco amor juvenil, aunque tal ves de una manera un poco… retorcida. Incluso, uno de los temas nos recuerda que, a pesar de todo, siempre hay que mirar el lado amable de las cosas… cuando tal lado amable exista, claro. En resumen, es un álbum que no se cansa de decirnos que (al menos en la opinión de los miembros de la banda) todos somos unos pobres bastardos. Sin embargo, también nos deja en claro que podemos dejar de serlo, si se tiene la suficiente voluntad para cambiar las cosas.
Las influencias musicales abundan en éste álbum. Desde los obvios generos estrictamente country, hasta los ya mencionados Punk y Metal, pasando por cosas como el Blues, el Gospel o el Rockabilly. La producción a lo largo del disco no es consistente, ya que varía de acuerdo con la intención de cada track en específico. De tal forma, tenemos que en tracks como "I Walk the Line", la producción es muy limpia y todo se escucha perfectamente. Por otro lado, en "Ain't You Gonna Cry?", "Swallowed by Sin" o "No One", el sonido es muy crudo y casi completamente amateur, mientras que en "Crooked Man" o "Doggone" encontramos un punto intermedio.
Las influencias musicales abundan en éste álbum. Desde los obvios generos estrictamente country, hasta los ya mencionados Punk y Metal, pasando por cosas como el Blues, el Gospel o el Rockabilly. La producción a lo largo del disco no es consistente, ya que varía de acuerdo con la intención de cada track en específico. De tal forma, tenemos que en tracks como "I Walk the Line", la producción es muy limpia y todo se escucha perfectamente. Por otro lado, en "Ain't You Gonna Cry?", "Swallowed by Sin" o "No One", el sonido es muy crudo y casi completamente amateur, mientras que en "Crooked Man" o "Doggone" encontramos un punto intermedio.
"F*ck that sh!t...!"
Y eso es todo lo que tengo que decir al respecto. Notarán que hablé muy poco sobre la música en sí, pero eso se debe únicamente a que prefiero que esta música hable por sí misma, en su muy oscura y retorcida manera… y porque soy bien huevón, la neta. Lamentablemente, el disco está agotado a la venta, así que tendrán que descargarlo de algún lado. Y si los mismos miembros de la banda han dicho que tal cosa no los molesta en lo más mínimo, pues qué mejor. Así que apúrense a escuchar esta oda a la inconformidad, lo más rápido que puedan… porque Satán está observando.
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