22 sept 2015

Con el Corazón Cortado


The End Records - Julio de 2014

 Arte conceptual para la versión existencialista desechada de Intensamente.

Siempre he pensado que la segunda mitad de cada año, aunque no es necesariamente la más prolífica, sí es la que tiene los mejores lanzamientos, en cuanto al Metal se refiere. Esta hipótesis parece ser comprobada por uno de los primeros discos que escuché luego de iniciado el séptimo mes de 2014: Bled White de Novembers Doom. Éste es, para decirlo en pocas palabras, el mejor álbum de doom metal de éste año. Bueno, death/doom, pa’ los cuates, pues. Y sí, ya sé que dije casi lo mismo del Melana Chasmata de Triptykon, pero ése disco no es puro death/doom. Es… es algo más complicado que eso.

Y aunque el 2014 no fue precisamente el mejor año para el doom en general (los mejores laszamientos del género fueron mayormente ignorados), lo cual podría ocasionar que mi anterior afirmación sobre éste álbum sea menos impresionante, también puedo asegurarles que éste full-length es el mejor que la banda ha publicado desde el muy apreciado The Novella Reservoir, de 2007. ¿Y qué es eso que les falta a tantos otros álbumes que éste sí tiene? La respuesta es muy simple: riffs. Permítanme escribirlo nuevamente nuevamente, con la intención correcta ésta vez:

RIFFS

Ésas cosas que se hacen con las guitarras y que, en mi opinión, son probablemente la parte más fundamental de éste tipo de música, responsables de hacer que el Metal sea Metal. Éste álbum tiene bastantes de ellos, lo cual me pone hartamente contento, sobre todo en una época donde la mayoría de las bandas prefieren melodías y ritmos de guitarra “atmosféricos”, casi sustituyendo por completo la contundencia y pesadez que le son esenciales a éste estilo en particular.

Y con eso no me refiero a que éste disco carezca de atmósfera o melodías. Al contrario, aún con la escasa participación de violines o teclados, ambas cosas se pueden hallar en abundancia. Pero esos riffs. Santísimo Electro-Satán Desconchinflador… Vito y Larry (los guitarristas de la banda, no los tumores de un war-boy) se acuerdan bastante bien de que un riff de doom no solo tiene que ser tocar un power-chord y dejarlo sonar un ratote. Se pueden combinar varios acordes por compás, darle duro a esas pinches cuerdas, pues. Y lo hacen bastante bien, los muchachos. Esto lo podemos ver desde el momento en que el álbum inicia. “Bled White” empieza con un ritmo rudo y pesadote, como debe de ser. Varios tracks después, “Unrest” hace lo propio, provocando casi involuntarios sacudimientos de cráneos. Más pesado que el tipo más gordo de tu colonia, neta.

Ningún war-boy ni Road Warrior a la vista, lamenteblemente...

Éste trabajo guitarrístico, intenso antes que melancólico, hace que el álbum en general se sienta distinto de otros ejemplos del género. Incluso en los temas líricos, se nota una cierta intención no de auto-compadecerse por las dificultades y las tragedias de la vida, sino de agarrar a esas mismas adversidades (y a quienes las provocan, sobre todo) por los genitales y golpearlos en la cara hasta que dejen de respirar.

Pero volviendo un poco a lo de la atmósfera, también hay que mencionar a la guitarra líder, que se avienta unas melodías de las que los mejores soundtracks de horror y/o suspenso estarían orgullosos (o incluso celosos). También nos ofrece algunos solos bastante interesantes, que le dan un sentido extra de clímax a un álbum ya de por sí intenso. Tenemos también algunas guitarras acústicas, más que nada a modo de interludios, que aunque por sí mismos no parecen la gran cosa, sí ayudan a resaltar los tracks más movidos, que son los que importan.

Otra cosa digna de mención es la voz. Paul Kuhr nos consiente ésta vez no sólo con sus espectaculares guturales y algunos amenazantes berridos, sino también con una voz limpia que cada vez suena mejor, con su solemne tono de barítono, con el cual nos deleita también desde el primer track, “Bled White”. Incluso recuerda un poco a la fantástica voz del tristemente fallecido Peter Steele, de Type O Negative, lo cual muy seguramente es una movida intencional. Sea como sea, su efectividad es innegable, y le añaden a la música una cierta cualidad narrativa que logra mantener mi atención, incluso en los momentos menos intensos.

Sin embargo, una vez dicho todo aquello, el álbum no viene sin sus fallas que, si bien no son garrafales, sí le restan algunos puntos. Sobre todo, el hecho de que las secciones más melódicas y “calmadas” son bastante menos interesantes que el resto, lo cual es especialmente frustrante, pues algunas de las mejores melodías del disco se hallan en estos pasajes, pero suelen estar mezcladas con elementos que no fueron tan cuidadosamente creados. Probablemente esto se deba a que éste tipo de breaks melódicos ya me parecen algo predecibles en éste tipo de música, y siento que me privan de escuchar más secciones machaconas y geniales.


Así que ya saben: si buscan death/doom intenso, del que no se la pasa lamentándose de sus propias miserias, con variedad rítmica y compositiva, aquí lo tienen. Bled White nos presenta un sonido que, aunque no escapa de algunos de sus propios clichés, si aprovecha y construye prodigiosamente sobre sus propios puntos fuertes: una buena narrativa lírica, la intensidad justa para respaldarla y una actitud diferente al abordar el género. No se extrañen si, más que a alguna historia de horror romántico o de tragedias personales, éste álbum les recuerda más a un thriller de acción/suspenso.

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