¿Han oído ustedes hablar del Jazz? Me imagino que sí. Ese importante género de la música cuya variedad en estilos es rivalizada por pocos, algunos de los cuales (como el Metal, por ejemplo), no gozan de tan buena fama. Pero, ¿quiénes de ustedes han escuchado el Jazz? Me imagino que pocos. Y no los culpo por ello. Al igual que el mencionado hijo bastardo del Rock, con quién ha experimentado más que el ocasional flirteo, el Jazz ha tenido que hacer su lucha por hacerse escuchar entre toda la horda de música súper-sencilla y manufacturada que los medios nos hunden a la fuerza por la garganta. O los oídos, más bien. A pesar de su variedad y riqueza e importancia cultural, el Jazz sigue siendo un fenómeno artístico esencialmente “underground”, por decirlo de cierta manera, simultáneamente para deleite y frustración de muchos fanáticos.
Otro de los géneros a los que el Jazz ha influenciado, y por los que ha sido influenciado a su vez, es el llamado Ambient, que, como su nombre parece sugerir, más que generar piezas maestras de musicalidad y técnica, se basa en la creación de ambientes (no, ¿en serio?) y estados de ánimo, con sencillas y sutiles melodías. Reluctantemente, podríamos describirlo como una versión relajada de “música de elevador”, como la llaman groseramente sus detractores (y la mayoría de la gente, más bien). Precisamente, el espécimen al que analizaremos a continuación es resultado de algún tipo de coito musical entre estos dos géneros.
Wonder Records - Febrero de 2000
Cuando los de Street View de Google se ponen artísticos...
Ahora bien, si a ustedes lo que les gusta es la música “bombástica”, con muchas melodías, ritmos acalorados y voces apasionadas… mejor búsquenle en otro lado. Aunque su nombre parece sugerir más una banda como de Death Metal o de Horror Punk, Bohren & der Club of Gore nos ofrecen una “tranquilizante” mezcla de Jazz, Ambient, y Doom. Aquí no encontraremos virtuosísimos solos de guitarra o de trompetas, ni locas melodías de piano, ni intrincados patrones de batería. Ésta es música que se toma su tiempo, dándole más importancia a la atmósfera y al sentimiento que a la tecnicidad o al virtuosismo.
Sunset Mission es un álbum especial en la discografía del grupo, pues nos muestra el primer acercamiento al sonido que después mantendrían y harían evolucionar. En cuanto el primer track, "Prowler", empieza a surgir de las bocinas (o audífonos, o lo que sea que usen), podemos darnos cuenta de lo que tratará este disco. Lo primero que escuchamos es el piano, con acordes suaves, acompañados por el bajo, que sigue la melodía con acechantes y oscuros tonos (sí, ya sé que cuando hablo de música parezco drogado, ¿y qué?). La batería (platillos, tarola y bombo, no más) no hace mucho, salvo mantener el tiempo, con gran precisión, y sin distraernos del resto. De repente, casi sin que uno se dé cuenta, llega el turno del saxofón, que por momentos toma la dirección de la música y por momentos vuelve a guardar silencio, como esperando sólo los momentos (momentáneamente, claro) en los que puede brillar más.
Se pueden escuchar teclados al fondo, creando más estados de ánimo y dándole más profundidad (tómenlo como les plazca) a la música. En ocasiones, podemos escuchar algunas tímidas melodías de guitarra, contribuyendo al cuadro pintado por el sax y el piano. Sí, dije cuadro, tengo imaginación. Y sueño... El resto del álbum sigue más o menos la misma dinámica, con el piano o el bajo tomando en ocasiones el rol principal, mientras el sax acentúa los paisajes a los que nos llevan.
En conclusión, un álbum que, ciertamente, no es para todos los gustos, pero que puede ofrecerles muy buenas recompensas a aquellos dispuestos a variar un poco su experiencia musical. Si quieren una definición sencilla de cómo suena, digamos que podría ser el soundtrack perfecto para una tranquila caminata nocturna por Cuidad Gótica. Si no fuera por los maleantes dirsfrazados de animales, los súper-villanos disfrazados de animales (o payasos), los justicieros disfrazados de animales...
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